Peregrinos del Absoluto - Templarios de Dios

lunes, 21 de junio de 2010

LA ULTIMA VIGILIA!


Por nuestras almas hay que rescatar la Parusía!


La salvación esta más cerca de lo que crees



Nuestros días pasan como suspiros.
- Nuestra vida terrenal es corta y frágil ante Dios eterno y que no padece cambios. El es nuestro refugio y puede da algún valor a nuestra existencia. Pidámosle que la llene con su sabiduría, que es amarlo, alabarlo y servirlo. Tú has sido, oh mi Señor, para nosotros – un refugio a lo largo de la historia. Antes que se formaran las montañas – y existieran los mundos y la tierra. – desde siempre y por siempre tú eres Dios. Tú reduces al polvo a los mortales – les dices: “¡Vuelvan, hombres, a la tierra!” Mil años para ti son como un día, - como el día de ayer que ya pasó, - como unas pocas horas de la noche. Te los llevas, no fueron más que un sueño, -son como flor de un día – que en la mañana brota y se ve verde – y en la tarde se marchita y se seca. Pues tu ira es la que acaba con nosotros – y tu furor es quien nos aniquila. Pusiste nuestras culpas frente a ti, - nuestros pecados secretos – a la luz de tu mirada. Tu enojo ha consumido nuestros días – nuestros días – nuestros años se van en un suspiro. Sólo vivimos unos setenta años, - y unos ochenta si somos robustos. – Casi todos son penas y desengaños, pues transcurren muy pronto – y nos llevan volando. ¿Quiñen conoce la fuerza de tu enojo – y quién sabe hasta dónde llega tu ira? Enséñanos a ver lo que es la vida – para que así tengamos – un corazón prudente. Vuélvete, pues, Señor, mira que es hora – Ten compasión de estos tus servidores. Llénanos de tu amor por la mañana, - para que así vivamos todo el tiempo – alegres y dichosos. Muestra a tus siervos las obras de tu poder – y haz que tus hijos contemplen tu Gloria. ¡La bondad del Señor baje a nosotros – y confirme nuestras empresas. (Salmo biblico)
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Catequesis del Papa Juan Pablo II: Cántico del Apocalipsis
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1. Siguiendo la serie de los Salmos y de los Cánticos que constituyen la oración eclesial de las Vísperas, nos encontramos ante un himno, tomado del capítulo 19 del Apocalipsis, compuesto por una secuencia de aleluyas y aclamaciones.
Tras estas gozosas invocaciones se encuentra el lamento dramático entonado en el capítulo precedente por los reyes de la tierra, los mercaderes y los marineros ante la caída de la Babilonia imperial, la ciudad de la malicia y de la opresión, símbolo de la persecución desencadenada contra la Iglesia.
2. En antítesis a este grito que se eleva desde la tierra, resuena en los cielos un coro gozoso de carácter litúrgico que, además del «aleluya», repite también el «amén». Las aclamaciones, como antífonas, que ahora une la Liturgia de las Vísperas en un solo cántico, en el texto del Apocalipsis son atribuidas a personajes diferentes. Nos encontramos, ante todo, con una «muchedumbre inmensa», constituida por la asamblea de los ángeles y de los santos (Cf. versículos 1-3). Se oye, después, la voz de los «veinticuatro ancianos» y de los «cuatro vivientes», imágenes simbólicas que parecen ser los sacerdotes de esta liturgia celeste de alabanza y de acción de gracias (Cf. versículo 4). Se eleva, por último, la voz de un solista (Cf. versículo 5) que a su vez involucra en el canto a la «muchedumbre inmensa» con la que se había comenzado (Cf. versículos 6-7). http://www.aciprensa.com/Biblia/salmos/apocalipsis.htm
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El Catecismo de la Iglesia Católica (1137) nos hace ver lo que es el culto de Dios en el Cielo. Nos abre los labios para cantar ante el trono de Dios. Nos dice lo que es nuestra oración cuando nos reunimos en la Iglesia como comunidad cristiana. Y todo eso nos hace sentirnos ilusionados por llegar pronto a contemplar aquellas maravillas que nos esperan cuando el Señor nos llame para llevarnos a la Patria... Y nos enseña, finalmente, cómo el culto de la Iglesia en la tierra no es más que una participación del culto del Cielo, culto que, celebrado en una fiesta eterna, será nuestro gozo sin fin. Este sentido del apocalipsis hoy toma tono real y grave: http://www.apocalipsismariano.com/index.php?option=com_content&view=article&id=268:entrevista-para-pueblo-de-maria&catid=58:articulos&Itemid=185
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El gran Catecismo nos explica ese punto del Apocalipsis que tantas veces oímos en la Iglesia. ¿Cómo es el altar del Cielo que vio Juan, y cómo es el culto que allí se le rinde a Dios?...
En el Cielo hay un trono espléndido y deslumbrante, en el cual está sentado el Señor Dios, con todo el esplendor de su majestad.
Delante de ese trono de Dios está de pie Jesucristo, el Cordero inmolado, que fue crucificado y ahora vive resucitado e inmortal. Es el único y Sumo Sacerdote que ha entrado en el verdadero santuario del Cielo con su propia sangre y que nos ha merecido la salvación.
De ese trono donde se sienta Dios y ante el cual está el Cordero Jesucristo, arranca el río de la Vida, el Espíritu Santo, que con su gracia inunda la creación entera.
Así contempla Juan en el Apocalipsis el Altar de Dios en el Cielo. Ahora viene la visión del Pueblo de Dios, el Pueblo Sacerdotal que con Jesucristo y en el Espíritu Santo va a ofrecer a Dios el culto eterno.
Primero, ve los ejércitos de millones y millones de las Potencias celestiales, es decir, de los Angeles, imposibles de contar. Y Maria a venido a dar fe de todo esto, no como alegorista sino como milenarista:
http://www.territorioscuola.com/youtube/view.php?video=gdsJ_qS5vl4&feature=youtube_gdata&title=3%29+Apocalipsis+12+-+Mensajes+de+Nuestra+Se%C3%B1ora+la+Sant%C3%ADsima+Virgen+Mar%C3%ADa+dados+al+Padre+Gobbi
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En el apocalipsis aparecen los Veinticuatro Ancianos, símbolo de los servidores de Dios en la Antigua Alianza y en la Nueva, como los cabezas de las doce tribus de Israel y los doce Apóstoles, los pilares de la Iglesia.
Finalmente, los ciento cuarenta y cuatro mil elegidos significan el nuevo Pueblo de Dios, una multitud inmensa que nadie puede contar, formada por gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación, con vestiduras deslumbrantes y palmas en sus manos, que cantan y vitorean sin cansarse nunca las alabanzas de Dios.
Entre todos ellos se distinguen los Mártires, que derramaron su sangre como Jesús. Y sobre todos los Angeles y Santos destaca María, la Mujer, que fue vestida del sol, con la luna bajo sus pies y coronada de doce estrellas sobre su cabeza.
Mostrado todo en símbolo, así es y así va a ser eternamente la liturgia o el culto del Cielo. Todos los elegidos —unidos a Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote— tributando a Dios Padre omnipotente en el Espíritu Santo todo honor y toda gloria en medio de un gozo indescriptible. Pero hay que estar en estado de gracia para ver lo que ojos humanos jamas vieron... Saludos.


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