MAPA MENTAL SOBRE LA NAVIDAD (Y RÚBRICA PARA SU CORRECCIÓN)
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Se trata de, siguiento las leyes de los mapas mentales (bien las que hemos
visto en clase, bien las que puedes ver en la imagen que hay en esta
entrad...
lunes, 30 de septiembre de 2019
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lunes, 16 de septiembre de 2019
Apologetica Católica [PDF]
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domingo, 15 de septiembre de 2019
“Nosotros somos ahora los verdaderos españoles”
“la separación de la América española respecto de la
monarquía no fue una lucha anticolonial (…) A diferencia de los
británicos americanos, los españoles americanos no se rebelaron contra
la madre patria (…) los pueblos de la Península y del Nuevo Mundo se
opusieron de manera casi unánime a los franceses (…) de todos los reinos
de la Monarquía española, incluida España misma, sólo México permaneció
fiel a la cultura jurídica y política hispánica”
El siguiente texto es un extracto del ensayo titulado “México,
Estados Unidos y los países hispanoamericanos: Una visión comparativa de
la independencia”, del académico e
historiador Jaime Edmundo Rodríguez Ordóñez. Presentado inicialmente en
el congreso “México: 1808-1821”, organizado en el Colegio de México
(noviembre de 2007), y posteriormente publicado por el Instituto de
Estudios Latinoamericanos (Alcalá de Henares, Madrid) en mayo de 2008.
La América Española
Como he señalado en otro lugar, el proceso
que llevó a la separación de la América española respecto de la
monarquía no fue una lucha anticolonial. Lejos de ello, fue la
consecuencia de una gran revolución política que culminó en la disolución
de un sistema político mundial. La ruptura fue parte integral de un
proceso más amplio que estaba transformando las sociedades del Antiguo
Régimen en Estados nacionales modernos y liberales (Rodríguez, 2005a).
A diferencia de los británicos americanos,
los españoles americanos no se rebelaron contra la madre patria. En
lugar de ello, reaccionaron contra la invasión napoleónica de la
Península ibérica, contra la expulsión de la familia real española en
1808 y contra la imposición de José Bonaparte, hermano de Napoleón, como
rey de la Monarquía española. El rey usurpador, José I, no fue aceptado
como nuevo dirigente de la Monarquía, ya que simbolizaba a los “ateos”
franceses cuyas acciones habían puesto en peligro los fundamentos mismos
de la sociedad hispánica – la Iglesia, representante de Dios en la
Tierra, y al rey legítimo Fernando VII, que personificaba los derechos y
libertades hispánicos. Para que la
Monarquía española siguiera existiendo, se precisaban acciones
extraordinarias a fin de establecer un gobierno que expulsara a los
franceses y gobernara en nombre de Fernando VII hasta que éste quedara
libre y regresara al trono. Aun cuando en un principio las autoridades
principales y algunos miembros de la burocracia real, la nobleza y el
alto clero, así como los militares aceptaron a José Bonaparte como rey,
el pueblo, un nuevo actor político, no hizo lo mismo. El 2 de
mayo de 1808, los residentes de Madrid expulsaron a las tropas francesas
fuera de la capital. Su victoria momentánea desató una serie de
acontecimientos políticos y militares que transformaron el mundo
hispánico. Cada provincia formó una junta regional para gobernar. Y cada
junta provincial invocó el principio legal hispánico según el cual, en
ausencia del rey, la soberanía recaía en el pueblo, así que cada junta
actuó como si fuera una nación independiente (Artola, 1968, pp. 68).
Después de dos siglos, hemos llegado a
aceptar que las consecuencias de la Revolución francesa fueron
benéficas. Sin embargo, en aquella época los pueblos hispánicos
relacionaban el movimiento francés con los excesos revolucionarios: el
terror, el ateísmo, el anticlericalismo y un nuevo y virulento
imperialismo que había subyugado de manera brutal a otros pueblos
europeos. Lejos de brindar oportunidades para la democracia y el
progreso, los franceses encarnaban todo aquello que los pueblos de
España y América temían. El sistema francés suponía en realidad una
mayor centralización y exacciones económicas aún más fuertes respecto de
lo que exigían las reformas borbónicas. Como lo hiciera notar el
canónigo Antonio Joaquín Pérez, el triunfo de Napoleón Bonaparte
resultaría “en la pérdida universal de nuestra religión, de nuestras
leyes, de nuestras costumbres y propiedades, se comprendería, antes que
todo, nuestra libertad, la dichosa libertad en que los Reyes de España
nos mantienen…” (Connaughton, 2001, pp. 76).
Aunque las élites gobernantes de España
hubieran capitulado, los pueblos de la Península y del Nuevo Mundo se
opusieron de manera casi unánime a los franceses. La amenaza externa
acentuaba los factores que los unían: una fe, una monarquía, una cultura
general y una sociedad en crisis. Como lo dijera Simón Bolívar: “El
hábito de la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de
religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y
la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra
esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión
que parecía eterno” (Romero y Romero, 1977, volumen II, pp.84). Tanto
los peninsulares como los españoles americanos eran miembros de lo que
pronto se conocería como “la Nación española”, una nación formada por
los reinos de la Península y de ultramar. Puesto que todas las regiones
de la Monarquía española compartían la misma cultura política general,
todos los grupos –incluidos los americanos– justificaron sus acciones
recurriendo a los mismos principios y a un lenguaje casi idéntico. Las
personas a ambos lados del Atlántico abrevaron de conceptos comunes y
buscaron soluciones parecidas a la crisis en proceso. Inspirados en los
fundamentos legales de la monarquía, casi todos concordaban en que, en
ausencia del rey, la soberanía debía recaer en el pueblo, quien poseía
la autoridad y la responsabilidad de defender a la nación (Rodríguez,
2005a, pp. 106-118).
La experiencia hispanoamericana, empero, no
fue uniforme. Existieron muchas diferencias entre los procesos que
derivaron en la separación de los reinos de la América española respecto
de la monarquía, pero la experiencia de Nueva España / México fue la
más compleja, y aún hoy tenemos una pobre concepción de ella. Luis
Villoro expresó dicha complejidad y confusión en 1953, cuando afirmó:
Pocas revoluciones presentan… las paradojas
que nos ofrece nuestra Guerra de Independencia. Nos encontramos con que
muchos de los precursores del movimiento se transforman en sus acérrimos
enemigos en el instante mismo que estalla; con que no consuman la
Independencia quienes la proclamaron, sino sus antagonistas, y, por
último, con que el mismo partido revolucionario ocasiona la pérdida de
los consumadores de la Independencia (Villoro, 1977, pp. 13).
De entre las naciones del mundo hispánico,
la experiencia de México fue singular. No sólo debido a sus grandes
insurgencias, sino porque de todos los reinos de la Monarquía española,
incluida España misma, sólo México permaneció fiel a la cultura jurídica
y política hispánica. A decir verdad, la Constitución de la República
Federal Mexicana, la Constitución de 1824, puede considerarse como la
culminación de la gran Revolución hispánica que estallara en 1808. Los
insurgentes mismos señalaron este hecho en 1810, cuando en la primera
edición del primer periódico insurgente, El despertador Americano,
declararon: “Nosotros somos ahora los verdaderos Españoles… los que
sucedemos legítimamente en todos los derechos de los subyugados
[peninsulares]”.
Para comprender la extraordinaria
experiencia de Nueva España, resulta útil situarla dentro del contexto
de los acontecimientos que tenían lugar en la Península ibérica y
comparar lo sucedido en el virreinato del norte con las experiencias de
los reinos hispánicos de América del Sur.
Las noticias sobre los dramáticos sucesos en
España –la abdicación de Carlos IV a favor de Fernando VII; el
levantamiento del pueblo de Madrid el dos de mayo; la abdicación de la
familia real en Bayona; el nombramiento de José Bonaparte como rey de la
monarquía; así como la creación de juntas de gobierno autónomas en
España– llegaron a los puertos americanos del Atlántico en junio, julio y
agosto. La situación desconcertó tanto a las autoridades reales como a
los habitantes en general. ¿Quién gobernaba ahora la Monarquía española?
¿A quién había que obedecer, si es que a alguien debía obedecerse? ¿Qué
habría que hacer? Los americanos de todas las razas y clases estaban de
acuerdo en expresar su fidelidad a Fernando VII, su rechazo a Napoleón y
su determinación a defender su fe y sus patrias de la avanzada
francesa.
Los ayuntamientos de América del Sur
expresaron de inmediato su lealtad y apoyo a la Monarquía española. En
septiembre de 1808, el Ayuntamiento de Santiago de Chile, por ejemplo,
declaró: “La lealtad de los habitantes de Chile en nada degenera de la
de sus padres… Sólo queremos ser españoles y la dominación de nuestro
incomparable rey” (Collier, 1967, pp. 50). El 22 de noviembre de 1808,
el Ayuntamiento de Guayaquil accedió a enviar comisionarios “a los
pueblos de… esta provincia” con el fin de obtener ayuda para “nuestros
hermanos españoles que se hallan peleando por la defensa de
nuestra Religión Santa y del Rey legítimo que nos ha dado la 4
Providencia”. Los ayuntamientos de otras ciudades capitales y de pueblos
más pequeños a lo largo y ancho de América del Sur también expresaron
su compromiso con la fe, el rey y la patria, y recaudaron fondos para
apoyar la lucha de las fuerzas españolas contra los franceses
(Rodríguez, 2003a, pp. 129-168).
Aunque en el verano de 1808 las juntas
españolas lograron una victoria en Bailén, obligando a un ejército
napoleónico a rendirse por primera vez, y aunque la heroica defensa de
Zaragoza electrizó a los pueblos sojuzgados de Europa, resultaba
evidente que el país no podría sobrevivir si su gobierno permanecía
fragmentado. La necesidad de una defensa unificada llevó a la
organización de una junta nacional de gobierno, la Junta Suprema Central
y Gubernativa de España e Indias, que se reunió por vez primera en
Aranjuez, el 25 de septiembre de 1808 (Artola, 1959, volumen I, pp.
145-226; Lovett, 1965, volumen I, pp. 85-298).
En apariencia, la creación de la Junta
Central como gobierno de defensa nacional brindó una solución a la
crisis de la monarquía. Dicho organismo reconoció, tal como lo pedían
los americanos, que los territorios de ultramar no eran colonias sino
reinos, que constituían partes iguales e integrales de la Monarquía
española, y que poseían el derecho a la representación en un gobierno
nacional, algo que ninguna otra nación europea había concedido a sus
posesiones. Las elecciones de 1809 constituyeron un paso importante en
la formación de un gobierno moderno representativo para toda la Nación
española. Por primera vez en el Nuevo Mundo se organizaron comicios para
elegir a los representantes de un gobierno unificado para España y
América.
Antes de que los recién electos diputados
pudieran integrarse a la Junta Central, los franceses renovaron sus
esfuerzos por conquistar la Península. Las decisivas victorias francesas
de 1809 destruyeron el frágil equilibrio establecido por la Junta. Las
noticias sobre es tas calamidades atemorizaron a los americanos, y
muchos de ellos creían ya que España no sobreviviría como entidad
independiente. No es de sorprender, por ende, que en 1809, al mismo
tiempo que los habitantes del Nuevo Mundo elegían a sus representantes a
la Junta Central, estallaran una serie de movimientos autonomistas en
todo el continente. Los dos primeros surgieron en los dos reinos
sudamericanos a los que no les fue concedida una representación
individual a la Junta Central debido a que no eran capitanías generales
independientes, sino audiencias que respondían a los virreinatos de Río
de la Plata y Nueva Granada respectivamente. El primer movimiento
estalló en Charcas, en los meses de mayo y junio, y el segundo en Quito,
en el mes de agosto. En su Manifiesto al Pueblo de Quito, la
Junta de Quito afirmaba que los franceses estaban a punto de conquistar
la Península. Por eso, el organismo “Juró por su Rey y Señor Fernando
VII, conservar pura la Religión de sus Padres, defender y procurar la
felicidad de la Patria, y derramar toda su 5 sangre por tan sagrados
motivos” . Las autoridades reales desintegraron rápidamente estos
movimientos, que no contaron con el apoyo de las otras provincias de sus
reinos (Roca, 1998; Rodríguez, 2006).
En la Península, la Junta Central, incapaz
de detener el avance de los franceses, se retiró a Sevilla, después a
Cádiz y finalmente a la Isla de León, el último resquicio de España
libre de la dominación francesa gracias a los cañones de la armada
británica. El 29 de enero de 1810, la Junta, sitiada, nombró a un
Consejo de Regencia para gobernar la nación y giró instrucciones para
que el nuevo organismo convocara a Cortes y a continuación se disolvió.
Las ciudades capitales de diversos reinos de América del Sur, creyendo
que España estaba perdida, se rehusaron a reconocer la legitimidad del
nuevo gobierno. Estas ciudades decidieron que había llegado el momento
de establecer un gobierno autónomo en sus territorios. Sin embargo,
algunas de sus capitales de provincia no estaban de acuerdo.
Surgieron así dos grandes movimientos en el
mundo hispánico: por un lado, una gran revolución política que pretendía
transformar la Monarquía española en un Estado nacional moderno con la
constitución más radical del siglo XIX, y por el otro, una serie de
insurgencias que recurrían a la fuerza para asegurar la autonomía local o
el gobierno propio. Estos dos procesos simultáneos influyeron el uno
sobre el otro y se alteraron mutuamente de diversas maneras. Ninguno de
los dos puede ser comprendido de manera aislada.
Prof. Julio Carlos González: “Para unir a Hispanoamérica, necesitamos organizar a las fuerzas del pensamiento “
El Profesor Julio C. González lleva 50 años como profesor de Estructura Económica en las universidades de Buenos Aires y Lomas de Zamora (República Argentina). Fue Secretario de Estado de la Presidencia de la Nación de la República Argentina desde el 4 de septiembre de 1973 hasta el 24 de marzo de 1976 (período constitucional de 1973 a 1976). Es autor, entre otros, de un voluminoso y bien documentado libro titulado “La Involución Hispanoamericana – De Provincias de las Españas en América a Territorios Tributarios – El caso argentino 1711/2010” (Editorial Docencia, Buenos Aires, 2010, rector@hernandarias.edu.ar).
I. (Hispanoamérica Unida): Profesor, usted emplea la Historia como un método para analizar la economía. ¿Por qué?
(Julio C. González): La
Historia es a la economía lo que la historia clínica a la medicina. Es
imposible tratar a un enfermo por los síntomas circunstanciales u
ocasionales en la alteración de su cuerpo. Para un buen diagnóstico
médico es imprescindible tener a la vista todo el transcurso de la vida
del cuerpo humano que es necesario tratar.
II. [H.U.]: Ante su afirmación nos vemos obligados a preguntarle a usted ¿qué es la Historia?
(J.C.G.): La Historia es la prognosis del futuro.
En consecuencia son los hechos y los actos jurídicos que nos explican
la situación económica actual y los ubican en la trayectoria que nos
aguarda en el devenir.
III. [H.U.]: Su concepto es completamente distinto a la historia tradicional.
(J.C.G.): Efectivamente.
La Historia es la comprensión de lo que ocurre y la determinación de lo
que va a suceder en tiempos futuros. Algo muy distinto a concebir la
historia como luchas y guerras que realizan las fuerzas militares, o
bien los tumultos también llamados revoluciones que ocurren en los
pueblos. Guerra y revoluciones son anécdotas pretéritas de un pasado que
no vuelve. El devenir y el futuro reclaman otro método.
IV. [H.U.]: ¿Cuál es para usted ese método?
(J.C.G.): Los elementos históricos para la prognosis del futuro están determinados por estos cuatro elementos básicos:
a) Cartografía
b) Tratados internacionales que ejercen poder sobre esa geografía y la modifican
c) Normas jurídicas y económicas internas que originan esos Tratados Internacionales
d) Estadísticas de resultado
V. [H.U.]: ¿Y los sujetos de la historia, entre ellos los próceres y los patriotas, como juegan dentro de este esquema?
(J.C.G.): “Próceres o
patriotas”, “hijos o entenados”, “réprobos y escogidos”, son todos
preconceptos que impiden valorar la realidad. Lisa y llanamente. Sin
adjetivaciones ni axiomas preconcebidos sobre la persona de los
gobernantes y de los hombres que tuvieron gravitación pública como
intelectuales, pensadores y escritores.
VI. [H.U.]: ¿Cuáles serían los
actos jurídicos internacionales o los tratados por los cuales
deberíamos empezar para analizar la situación de Hispanoamérica?
(J.C.G.): Un gran pensador argentino, Raúl R. Scalabrini Ortiz, escribió esto en la década de los años ’30 del siglo XX: “La ignorancia argentina es la obra de un genial pensador que la preparó para dominarnos”.
Scalabrini Ortiz determinaba que ese gran pensador era el imperio
británico a través de sus universidades. Como lo documento en mi libro
“La Involución…” en la Universidad de Londres existe una asignatura
denominada “Argentina”. Para evaluar las gravísimas consecuencias de
esto solo cabe una pregunta de lógica elemental, ¿en qué otra
universidad del mundo hay una asignatura semejante?
Los parámetros de la influencia británica sobre la Argentina están dados por estos 4 principios:
1. “Trade, not countries” (comercio afirmado por tratados internacionales y no conquista por las armas)
2. “Divide et impera” (divide y reinarás). Un viejo principio romano, aplicado a instituciones, hombres, ideas, conceptos.
3. Ejercer el poder sin exhibirlo ni exhibirse
(es decir en “silencio”). Un ejemplo actual es la tremenda guerra
abierta entre el Gobierno Argentino y el diario Clarín, propietario este
último de 274 medios, y que a su vez es propiedad de capitales
británicos, y domina todos los medios de Argentina (prensa, televisión,
revistas, editoriales, radiodifusión). Un ejemplo contundente de esto es
la siguiente información proporcionada por el diario La Nación de
Buenos Aires. +++.
4. “Hacerles hacer a nuestros enemigos lo que nosotros necesitamos que hagan, para que se destruyan solos.”
Un caso típico es la guerra de las Malvinas. La guerra le convenía a
Gran Bretaña, porque si no había guerra, no había tratado de paz (los
tratados de paz de Londres y de Madrid). Al respecto es de lectura
inexcusable la obra del comodoro (R) Rubén Óscar Moro titulada “La Guerra Inaudita. Historia del conflicto del Atlántico Sur”.
El autor a sus bien ganados grados de la Fuerza Aérea y en el estudio
de la Guerra de Malvinas adiciona el haberse desempeñado como jefe de
redacción de la Comisión Rattenbach. Esta comisión presidida por
el teniente General Benjamín Rattenbach, decano de los generales
argentinos, tuvo a su cargo la confección de un sumario incubado por la
derrota de la Guerra de las Malvinas. Esta comisión reunió toda
documentación internacional y los documentos oficiales argentinos con
relación a esta cruenta guerra. El informe es pues una vivencia que tuvo
el comodoro Rubén Óscar Moro como protagonista y testigo de esa guerra
en los lugares de batalla. Esos tratados establecen en su articulo 5º
que todas las fuerzas armadas argentinas quedan bajo el control de Gran
Bretaña. Como ejemplo de ello en el Anexo 1º, punto V de los Acuerdos de
Madrid, leemos o siguiente: “Visitas Recíprocas. Por la vía diplomática y caso por caso podrán acordarse visitas recíprocas a bases militares y unidades navales.”
A su vez en el Anexo I – III de los mencionados acuerdos de Madrid leemos:
“La República Argentina y Gran
Bretaña se han de proporcionar por escrito y con veinticinco (25) días
de anticipación la información correspondiente al movimiento de sus
Fuerzas Navales y sus Fuerzas Aéreas y de los ejercicios que verifiquen
unas y otras dentro de las siguientes áreas: Para las fuerzas argentinas dentro de las siguientes coordenadas:
– 46ª S – 63ª W: que es el espacio
marítimo que se extiende siguiendo el paralelo 46ª S que cruza Comodoro
Rivadavia con el meridiano 63º W (aproximadamente a 350 kilómetros al
Este de Comodoro Rivadavia)
– 50º S – 63º W y 50º S – 64º W: que
es el espacio marítimo que se extiende siguiendo el paralelo 50ºS que
cruza Puerto Santa Cruz hasta su intersección con el meridiano 63º W y
el meridiano 64º W (aproximadamente 350 y 300 kilómetros al Este de
Puerto Santa Cruz)
– 55º S – 64º W y 53º S – 63º W; que
es el espacio marítimo que se extiende siguiendo el paralelo 53º S que
cruza la Bahía de San Sebastián a Norte de Tierra del Fuego hasta su
intersección con los meridianos 64º W y 63º W (aproximadamente a 300 y
350 kilómetros al Este de la Bahía de San Sebastián al Norte de Tierra
del Fuego).
– 60º S – 63º W y 60º S – 20º W: que
es el espacio marítimo que se extiende siguiendo el paralelo 60º S que
pasa cerca de las Islas Orcadas en la Antártida hasta su intersección
con el segmento que va desde el meridiano 20º W (esto hace una extensión
de aproximadamente 3.500 kilómetros al Este del meridiano 63º W que
pasa cerca de las Islas Shetland del Sur).
Y el artículo 12 del tratado de Madrid
[establece que] se promoverá la privatización de las empresas del Estado
(puertos, aeropuertos, rutas de peaje, cuenca petrolera, tierras
forestales) fueron entregadas por ese precio a Gran Bretaña. El artículo
16 establece que las relaciones de la República Argentina para la
integración de América Latina (Mercosur) y para con la Unión Europea
serán siempre conversadas previamente con Gran Bretaña. Todo esto se
completó con el tratado de Londres del 11 de diciembre de 1990
(ratificado por Ley 24.184). Este tratado otorgó a todos los bienes
adquiridos por Gran Bretaña un tratado de protección de inversiones . Es
decir, el objetivo era el tratado de paz y los bienes argentinos que a
través de este serían adquiridos por Gran Bretaña o por empresas
inglesas.
VII. [H.U.]: ¿Desde cuándo comienzan a firmarse los planes y tratados que sojuzgan a Hispanoamérica hasta el día de hoy?
(J.C.G.): El primer plan para apoderarse de Hispanoamérica aparece en Londres en 1711 con la publicación de un libro titulado “Una propuesta para humillar a España. Escrita en Londres en 1711 por una persona de distinción”.
El curioso pseudónimo del autor obedece al hecho de que se trata de un plan estratégico para separar a Hispanoamérica de España
(que en el siglo XIX siguen en rigurosa aplicación en España con los
atisbos de secesión de Cataluña y provincias Vascongadas). Si se hubiese
colocado el nombre del autor que indudablemente debe ser una persona de
primer nivel en el Gobierno Británico o un príncipe o un general o un
almirante, hubiese llevado a una indudable e inmediata guerra con
España.
Este plan estratégico para separar de Hispanoamérica de España consistía en lo siguiente:
– La riqueza de Hispanoamérica está dada por la minería.
– La cuenca minera de Hispanoamérica se encuentra primordialmente en el Perú y el Alto Perú (hoy Bolivia).
– Para poder efectuar la producción
minera y alimentar a los que realizan esos penosos trabajos en los
yacimientos minerales es imprescindible: la carne vacuna para reponer energías que de desgastan en el arduo trabajo minero y yerba mate para depurar al organismo de los gases y toxinas que existen bajo tierra.
– Gran Bretaña debe actuar separando a la
zona minera de la zona ganadera (Buenos Aires y Montevideo) y de la
zona yerbatera (Asunción del Paraguay). De esta manera, sin carne vacuna
y sin yerba mate, el trabajo de la minería se paralizará y para
mantener esa inactividad minera debe separarse para siempre la región
productora de carne vacuno de la región productora de yerba mate.
Así habremos producido la humillación de España.
VIII. [H.U.]: ¿Qué actitud asumió España frente a semejante plan?
(J.C.G.): La respuesta
de España a este plan se realizó en 1776. En ese año se dio una ocasión
para humillar a Inglaterra e impedirle el plan de humillar a España.
En ese año España actúa de la siguiente manera:
1. José de Gálvez, Ministro de Indias de
Carlos III, elabora y ejecuta la diagramación del hemisferio americano.
Esto se llevo a cabo de la siguiente manera: -El 4 de julio de 1776
España independiza de Inglaterra a América del Norte y funda con un
aporte decisivo de su parte los Estados Unidos de América. En “La
Involución Hispanoamericana” se publica por primera vez una
documentación detallada de cómo España creó a los Estados Unidos de
Norteamérica (hoy primera potencia del mundo). Para ello, José de Galvez
designó a su propio sobrino, el General Bernardo del Gálvez, que libró
todas las batallas por tierra desde la península Florida hasta Nueva
York. Los ingleses no pudieron enviar refuerzos para combatir a los
españoles porque todos los puertos del Atlántico estaban bloqueados por
la Marina de Francia en virtud del Pacto de Familia del año 1700 que
unió los Ejércitos de tierra y de mar de Francia y España en acciones
conjuntas.
2. La independencia de Estados Unidos lograda
merced a la acción de los ejércitos españoles fue reconocida
públicamente de manera universal en el año 1976 con motivo del
Bicentenario de la Independencia de los Estados Unidos. En
esa oportunidad, los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía,
hicieron una visita oficial a Estados Unidos y descubrieron en el
Capitolio una estatua ecuestre de Bernardo de Gálvez por cuya acción se
logró la independencia de Estados Unidos. Este homenaje trascendental
fue minimizado y en el caso de la Argentina, silenciado por todos
los medios de comunicación.
3. José de Gálvez, gran desconocido para
los historiadores de los Estados Unidos hizo el siguiente razonamiento:
el país que hoy fundamos dentro de un siglo puede entrar en colisión con
el Virreinato de Nueva España (México) y puede también proyectarse
sobre el Océano Pacífico. El Pacífico, así llamado porque no existían
los terroristas de mar que eran los piratas, era el mar de dominio exclusivo de España:
-España tenía tres grandes bases navales
en el Pacífico que aseguraban su dominio total. Eran las mismas
Monterrey en México, Callao en el Perú, y Valdivia en Chile.
-La vinculación económica con el Asia se
realizaba por el Océano Pacífico de la siguiente manera: a) Viaje de
ida: Callao-Filipinas-Japón-India y China. Viaje de regreso:
Filipina-Acapulco (México). Esta extraordinaria navegación era posible a
veloz velocidad porque España había estudiado y colocado en las cartas
marítimas las corrientes oceánicas del Pacífico que impulsaban gran
velocidad a los viajes de ida y regreso porque los galeones de la época
no eran impulsados a vela solamente sino que su tracción era ocasionada
por las corrientes marítimas de América a Filipinas a la ida y de
Filipinas a América en el regreso.
-La navegación por el Pacífico era
cuantiosa. El comercio muy intensivo. La razón se daba en que la moneda
de Latinoamérica era la plata y la moneda del Asia también la plata.
Esto agilizaba las transacciones por el pago de compensaciones en metal.
-La gerencia de los viajes por el Pacífico se hacía en Buenos Aires donde estaba radicada la Compañía de Filipinas.
4. Para equilibrar desde el inicio de su
existencia en el año 1776 la geopolítica de Estados Unidos con la de
Hispanoamérica, José de Gálvez el día 1 de agosto de 1776, es decir, 26
días después de la creación de los Estados Unidos, crea el Virreinato
del Río de la Plata con una extensión de 7.200.000 kilómetros cuadrados
en el extremo sur del hemisferio americano.
Por primera vez, en mi libro “La
Involución Hispanoamericana (1711 – 2010)”, se transcribe en
su integridad el acta de creación del Virreinato del Río de la Plata que
le fue remitida al autor por el archivo de Indias en el año 2000.
Todo lo expuesto le otorga a
Hispanoamérica una nueva dimensión y realza la misma en virtud
del testimonio de Alexander Von Humboldt quien relata su visita a
Hispanoamérica diciendo que no se vio en ningún lugar del mundo una
felicidad y alegría de vivir como la que él con asombro constató en
las posesiones españolas en Hispanoamérica sobre el Pacífico.
– Es importantísimo señalar que al tiempo
de fundación, el Virreinato del Río de la Plata tenía 2 universidades:
Córdoba y Charcas Chuquisaca. En esta última se enseñaban ciencias
aplicadas a la técnica minera y astronomía referida a la navegación de
ultramar por el pacífico. Nota: Por ese entonces los Estados Unidos de Norteamérica todavía no tenían ninguna universidad.
Balance geopolítico británico 1763-1783.
Veinte años decisivos para el devenir del Planeta Tierra. En este
período Gran Bretaña procedió a la conquista de los siguientes
territorios del globo:
1. Canadá. Fue adjudicada por Francia a Gran Bretaña en virtud del tratado de París de 1763. Extensión: 9.000.000 kilómetros cuadrados.
2. Australia. Su
conquista fue consumada en 1770. Los autóctonos sufrieron un genocidio
en virtud del cual no quedó ninguno. Gran Bretaña le dio la categoría de
colonia penitenciaria, es decir, que sería poblada por criminales y
presos por otros delitos extraídos de las cárceles de Inglaterra.
Superficie: 7.600.000 kilómetros cuadrados.
3. India. Conquistada
con la batalla de Baksar en 1764, ganada por Lord Clive quien derrotó la
última resistencia hindú a la conquista británica.
4. Brasil. Quedó unido
económicamente y en cuanto a la política a Gran Bretaña por el Tratado
de Methuen de 1703 celebrado con Portugal. En 1777 por el Tratado San
Ildefonso, España cede a Brasil , Virreinato de Portugal, 6.000.000
kilómetros cuadrados. A raíz de esto, la superficie total de
Brasil supera los 8.500.000 kilómetros cuadrados.
5. Estados Unidos.
Renueva la vinculación con Gran Bretaña en 1783. En ese año se celebra
en París la paz entre Gran Bretaña y Estados Unidos de Norteamérica, que
son reconocidos como Estado independiente. Jay, asesorado por Adam Smith,
firma el Tratado de Paz, desplazando a Lee y a Franklin, los otros
representantes designados por el Congreso de los Estados Unidos. El
Congreso de los Estados Unidos quería firmar la paz con Gran Bretaña
simultáneamente con los representantes de España y de Francia, países
cuya acción militar fue decisiva para la creación de los Estados Unidos.
La firma del Tratado de Paz únicamente entre Inglaterra y Estados Unidos, injertaron en el sistema americano original de economía político-productiva de Alexander Hamilton, Jorge Washington y Benjamin Franklin
al sistema angloamericano de comercio internacional de Adam Smith. Los
Estados Unidos pasaron así a constituir económicamente un sistema
angloamericano quedando desplazados los cinco presidentes que
representaban el genuino pensamiento americano de Alexander Hamilton.
Estos fueron: George Washington (1789- 1797), Abraham Lincoln
(1861-1865), William McKinley (1897-1901), Franklin Roosevelt
(1933-1945) y John Kennedy (1961-1963).
IX. [H.U.]: ¿Por qué se separa, fragmenta y disgrega Hispanoamérica?
(J.C.G.): Para contestar a esta pregunta
fundamental y determinar su importancia hay que remitirse a la tesis
doctoral de Henry Kissinger publicada en 1968 con el título “Un mundo restaurado”.
En ella el autor explica que para conocer en todos sus detalles la
situación internacional actual es imprescindible conocer perfectamente
las guerras napoleónicas. Henry Kissinger explica algo elemental, las
guerras napoleónicas no eran por la posesión de los países europeos sino
por sus posesiones de ultramar. Esto hace que en esas guerras se luchase por el futuro del Planeta Tierra.
En 1804, Napoleón Bonaparte, emperador
vitalicio de Francia, domina toda Europa y cierra por consiguiente todos
los puertos del continente europeo al tráfico comercial con Gran
Bretaña. A raíz de esto la industria británica y el comercio exterior de
Inglaterra cae en una paralización que lo lleva inexorablemente a una
quiebra que se extenderá sobre toda Inglaterra.
Entonces William Pitt, Primer Ministro de
Gran Bretaña, le encomienda al General Thomas Maitland la elaboración
de un plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y
Quito. El plan consistía en lo siguiente:
Asalta Buenos Aires.
Formar un ejército con hijos de españoles, mestizos, autóctonos o indios
y negros esclavos. Que ese ejército formado en Buenos Aires acampe en
Mendoza y se refuerce con personas de la misma etnia que las nombradas.
Con este ejército asaltar Chile. Dominado Chile, con la flota británica,
transportar ese ejército para la toma de Perú, y de Guayaquil
(Audiencia de Quito) hoy Ecuador.
El Plan Maitland es el plan operativo de 1804 para desarrollar el plan estratégico de 1811. Para su efectividad dispone que toda Hispanoamérica se quede previamente sin moneda. Esto se lleva a cabo en las siguiente fechas:
1806: Beresford,
gobernador inglés de Buenos Aires, saquea el Tesoro de la Real Hacienda
(organismo similar al Banco Central actual) y lo remite a Londres, donde
es paseado por las calles en 8 carros que transportan cada uno cinco
toneladas de oro amonedado. Total: 40 toneladas de oro. Esta cifra,
según cálculo que hicimos en nuestra cátedra en la Universidad de Lomas
de Zamora, ascendía en el año 2008 aproximadamente a 88 mil millones de
dólares.
1811: Pueyrredón, al
mando del ejército del Norte que dirige Belgrano, saquea la Casa de
Moneda de Potosí y destruye las prensas de acuñar moneda para
toda Hispanoamérica. 500 mil barras de plata son enviadas de Buenos
Aires y de ahí a Londres.
1822: San Martín toma
Lima y embarca el tesoro de la Real Hacienda en la Flota
del Vicealmirante inglés Lord Thomas Alexander Cochrane, que se hace
inmediatamente a la vela a Londres. Ese tesoro era el más grande de todo
el continente de América del Sur.
1822: Simultáneamente
los británicos se apoderan del Tesoro de Real Hacienda de Santa Fe de
Bogotá (Virreinato de Nueva Granada, hoy Colombia) y se llevan
10 toneladas de oro.
Por esos años, ocurre exactamente lo mismo en México.
Hispanoamérica entonces declara una
independencia en 1816 sin moneda. Por lo tanto estamos no frente a una
independencia efectiva, sino una independencia simbólica, lógico formal.
Este es el origen de todas las crisis monetarias de Hispanoamérica.
X. [H.U.]: Ante la declaración de independencia de Hispanoamérica, ¿qué actitud asumió Gran Bretaña?
(J.C.G.): Partimos de una afirmación
documental. En marzo de 1816 se convoca a una congreso de la Provincias
Unidas del Río de la Plata que se hayan desmembradas y anarquizadas en
la ciudad de San Miguel de Tucumán (Norte de la Argentina) para dictar una Constitución.
No para una secesión o independencia de España, sino que se trata de
una Constitución dentro de la unidad Hispanoamericana-Ibérica que se
admite. Intempestivamente, ese Congreso varía su objetivo y el 9 de
julio de 1816 previa discusión de 4 días se declara la independencia del
rey de España y su metrópoli.
Es importante acotar que las provincias
reunidas en ese Congreso no incluían a las provincias del Litoral (Banda
Oriental del Uruguay, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y las Misiones
Orientales). Es decir que el país no se haya íntegramente representado
ni el Congreso se reúne con el fin de dictar ninguna independencia. ¿Por
qué? Porque la independencia intempestivamente se declara y dice que
abarca a todo el continente por iniciativa de Francisco José de Alvear y
Gaurú, conocido por el nombre de sus padres adoptivos como José
Francisco de San Martín., quien ante la alianza de España con Rusia
para reunificar las Españas de América con España Ibérica se apresta a
hacer declarar la independencia para que esa alianza no pudiera
concretarse en territorio americano por ser estos independientes.
Coadyuvando a ello, James Monroe,
Presidente de los Estados Unidos, dirá “América para los americanos”.
Esto significa que ante cualquier ingerencia europea en América, Estados
Unidos hará causa común para rechazarla. La concepción anglo
norteamericana queda así afirmada, en contra de lo que había propuesto
Alexander Hamilton, uno de los fundadores de Estados Unidos en 1776.
XI. [H.U.]: Para mantener la
economía hispanoamericana bajo su control absoluto, Gran Bretaña impuso
algún tratado a Hispanoamérica?
(J.C.G.): Sí,
categóricamente sí. Fue el tratado “de amistad, comercio y navegación”
impuesto por Gran Bretaña a las Provincias Unidas del Río de la Plata
(Argentina) el 2 de febrero de 1825.
En 4 meses ese tratado que de inmediato
analizaremos se impuso a Chile, Perú, Gran Colombia (Ecuador, Colombia y
Venezuela unidos), Guatemala (América Central Unida) y a México. Este
tratado fue redactado por San Martín en Escocia en el castillo de Lord
Duff con quien había estado a las órdenes de Beresford en la batalla de
Bailén. Lord Duff era consejero del rey el tratado de 1825 que se impuso
a toda Hispanoamérica debía mantener inalterable el dominio económico
sobre las Españas de América.
Hispanoamérica continúa dividida por esa
política. Desde 1825 Venezuela ha tenido 41 guerras civiles en el siglo
XIX, se produjo una guerra entre la Confederación Peruano-Boliviana y
Chile, así como entre Argentina y Brasil (el inglés Ponsonby le entrega
al Brasil la banda oriental). En virtud de toda esa geopolítica, Estados
Unidos tendrá un control sobre el mar Caribe y sobre algunos países del
Pacífico. Respecto a Argentina, es Gran Bretaña quien comienza la base
de operaciones para dominar Hispanoamérica desde Buenos Aires. En 1820
España tiene preparada la reunificación de Hispanoamérica con la toma de
Buenos Aires en alianza con Rusia. El general designado es Rafael
de Riego y Núñez. Este General en vez de cumplir su cometido
intercontinental promueve una revolución contra el Rey Fernando VII. Por
causa de ello la flota rusa regresa a su país y la posibilidad de
reunificar las Españas americanas con la España Ibérica desaparece y
España se desangra en una guerra civil de ocho años.
Hay siempre un interés de Gran Bretaña en
que Hispanoamérica no se una. La América Central era un solo país
(Guatemala), pero en 1840 es dividida en cinco pequeñas repúblicas; ahí
fueron concurrentes los Estados Unidos y Gran Bretaña. En las islas del
Caribe se formaron países absurdos, se hicieron de esas islas países
soberanos que hoy son sólo paraísos fiscales (siglo XX).
¿Por qué se impidió que Hispanoamérica se
uniera y en cambio se permitió la unidad del Brasil? En 1704 Gran
Bretaña le impuso a Portugal/Brasil el tratado de Methuen, por el que
tendrá el comercio exclusivo y excluyente con Portugal y con Brasil. El
objeto es penetrar por Portugal a España y por Brasil a Hispanoamérica;
ejercer el control económico sobre el comercio interno y externo de
España.
XII. (H.U.): Usted, al igual que
otros pensadores e historiadores, ha cuestionado que los
llamados “próceres” (como Bolívar o San Martín) sean tales, ya que la
evidencia histórica parece demostrar que podrían haber sido más bien
agentes al servicio de Gran Bretaña y sus planes imperialistas
sobre Hispanoamérica. ¿Por qué, entonces, Bolívar o Miranda defendieron
en sus escritos la unidad hispanoamericana con tanta insistencia? ¿Qué
hay de sincero en esa supuesta defensa de nuestra unidad?
(J.G.): La cuestión es que Gran Bretaña
utilizó las utopías de Miranda y de Bolívar, a quienes incluso proveyó
de los elementos de guerra para sus empresas de secesión o de
‘independencia’, aprovechándose de la ingenuidad (aunque esto último no
lo sabemos) de ambas personas. Pudo haber sido una utopía, pero jamás se
realizó. Bolívar y Miranda fueron alojados en Londres y ahí realizaron
la propaganda para la independencia. A Miranda, los ingleses lo envían a
Jamaica, en 1759 y en 1769, para que desde allí actúe contra España.
Hay que tener en cuenta que la presencia de Gran Bretaña en el Caribe es
importantísima. Esto ocurrió durante la república de Oliver Cromwell
que se extiende en Inglaterra desde 1649 hasta 1659.
Miranda y Bolívar fueron utilizados.
Bolívar entregó al final a Miranda a los españoles y Miranda muere en
Cádiz en 1815. Bolívar murió mientras deambulaba por los valles de
Venezuela/Colombia, y antes de morir expresa: “¿para qué habremos hecho
la guerra a España? llega a un arrepentimiento: “he arado en el mar”.
Posteriormente el general Páez separa a Venezuela de Colombia. En
principio Miranda y Bolívar actuaron por buena fe o ingenuidad.
San Martín, en cambio, no estuvo en
Londres sino que se alojó en la residencia de asesor del rey Jorge IV en
política exterior. El objeto era redactar el estatuto por el que se
tendría controlada a Hispanoamérica: el tratado de amistad, comercio y
navegación de 1825 impuesto a toda Hispanoamérica en el término de
cuatro meses. Bolívar muere en los llanos y Miranda en la cárcel,
pero San Martín muere en una gran opulencia.
En Guayaquil se hace evidente que Bolívar
creía en la utopía de su juventud, lo que le llevará a convocar el
Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826 para unir a todas las ex
posesiones de España en América. Pero San Martín, antes de su regreso a
Perú, coloca el tesoro de la Real Hacienda de Lima (en
términos modernos, era el “banco central” más grande de todo el
continente) en la flota de Lord Cochrane, quien lo había trasladado de
Valparaíso a Callao. Cochrane inmediatamente puso vela a Londres y así
el tesoro de la Real Hacienda de Lima fue a las arcas de Gran Bretaña.
San Martín concerta el primer empréstito de cuatro millones de libras
con la orden expresa de que los fondos no se remitan al Perú sino
que queden en un banco de Londres a disposición de la delegación peruana
ante el gobierno de Gran Bretaña.
XIII. (H.U.): Los mecanismos
regionales de integración no han avanzado en la unión política. ¿Cree
Ud. que organismos como el Mercosur (dominado por el Brasil) o la
Alianza del Pacífico (según algunos, una estratagema geopolítica de
Estados Unidos) entorpecen e imposibilitan la unidad hispanoamericana o
por el contrario pueden acabar operando en su favor?
(J.G.): De ninguna
manera [operan a favor]. Son organismos ocasionales y circunstanciales.
Hay un hecho importantísimo: en 1777, por el tratado de San Ildefonso,
Portugal (siempre aliado de Gran Bretaña por el tratado de Methuen de
1704) entrega a España la colonia de Sacramento en la banda oriental del
Río de la Plata y España cede sus dominios en el Paraná hasta el
Orinoco. A cambio de esto, Inglaterra/Brasil piden que se les conceda 6
millones de km2 al oeste de la línea del tratado de Tordesillas de 1494,
y [de este modo] Brasil pasa de 3 a 9 millones de km2.
Brasil tiene una política hegemónica
impuesta por Oliveira Salazar: el dictador que gobernó Portugal. Fue el
más inteligente de todos los dictadores, porque creó el imperio de la
lengua lusitana. Para conseguirlo, el nervio [fue] la expansión de la
lengua portuguesa sin contención de fronteras y sin condicionamiento de
ideologías. Por ejemplo, en la provincia [argentina] de Corrientes, que
linda con Brasil, la opinión pública está manipulada a favor del
Mercosur: [los brasileños] tienen delegaciones. Hay déficit en la
balanza comercial con Brasil, que impone los artículos de vestimenta,
calzado, [utensilios] de uso doméstico… brasileños.
Brasil tiene una diplomacia propia: la
escuela de Itamaraty. El origen está en 1808: la Corte de Lisboa
se traslada en buques británicos al Brasil ante el avance del general
Murat, encargado por Napoleón de conquistar Portugal. Juan de Portugal
viene [a Brasil] con toda la Corte, pero quedan los sabios
y funcionarios de jerarquía en el manejo del crecimiento y desarrollo
del país (de todas las ideologías). Cuando en 1820 Brasil le compra a
Portugal su independencia, el precio es que [aquél] se haga cargo de la
deuda externa que contrajo Portugal en las guerras napoleónicas. La
mitad de la Corte se queda en Brasil (más o menos 500 personas), y
forman la escuela de Itamaraty, para dirigir la economía y la política
exterior de Brasil hasta nuestros días. Por ejemplo, Lula o Dilma
provienen de la izquierda, pero su política exterior es inalterable.
No hay ningún Estado hispanoamericano que
tenga diplomacia propia porque nunca tuvieron una política exterior
propia; nunca tuvieron soberanía. [El ministro inglés] Canning dice en
1825: “Hispanoamérica es libre, y si nosotros no desgobernamos
tristemente nuestros negocios, ella será inglesa”.
XIV. (H.U.): Ud. ha afirmado que
para empezar a ser sujetos de nuestra propia política, no queda
otro camino que fundar el Estado nacional argentino e hispanoamericano,
definitivo e irreversible. Teniendo en cuenta que la mayoría de las
grandes creaciones políticas estatales han sido fruto de la fuerza y de
las guerras, ¿cree Ud. que en un futuro hipotético nuestra unidad sólo
podría darse por la fuerza, a través de enfrentamiento bélico, o es
factible un proceso pacífico de re-constitución?
(J.G.): Jamás [se conseguirá] por guerras o enfrentamientos bélicos, porque ahí perderemos todo.
[Debe ser] un proceso pacífico de
reconquista y [realizado] todos los días, a través de las
universidades, de los claustros de profesores que apliquen rigurosamente
el concepto de “universalidad” de las Leyes de las Partidas de Alfonso X
el Sabio (1055). La universidad será el estamento de maestros y
estudiantes donde se enseñe y se aprenda enseñando. Que en todas las
clases se explique el porqué y el para qué. Las fuerzas armadas deben
ser la otra fuerza constitutiva. La esencia de este método está tomada
de los mismos británicos.
[Recomiendo los libros]: “Malvinas, la
trama secreta”, de Kirschbaum y Van der Kooy, “Argentina,
gesta británica”, de Emilio Fernández Gómez, y “La colonia olvidada”, de
Andrew Graham-Yooll. En el Martín Fierro se puede leer: “No son todos
los que están ni están todos los que son”; [en Argentina] hay
que diferenciar a los existentes de los publicitados: los primeros están
[más allá de] un círculo de 200 kilómetros en torno a Buenos Aires,
están en el interior del país.
XV. (H.U.): ¿De dónde puede surgir la fuerza económica, tecnológica y militar necesaria para fundar un gran Estado soberano?
(J.G.): La fuerza económico-militar tiene que surgir de las fuerzas de pensamiento.
Primero, hay que sembrar una idea robusta
de la necesidad de la unidad hispanoamericana, o de lo contrario nos
aguarda la desaparición.
Recuerdo que en 1968 Perón me envió un
ejemplar [de un libro] con toda su política exterior y me pidió un
título para el mismo, [que fue]: “Latinoamérica: ahora o nunca”. [Esa
unidad] no se dio por un montón de fracasos, pero estos tienen que
enriquecernos, [servirnos] para trazar un camino nuevo, una finalidad
nueva. La historia es el pasado, explica y enseña lo que ocurrió; no es
una anécdota, es prognosis del futuro.
En consecuencia, lo fundamental es crear
grupos en España e Hispanoamérica que breguen por la unidad
hispano-americana; una Confederación hispano-americana como salvación
para todo el mundo hispano, en base al conocimiento de unos pocos. Hace
falta crear una voluntad de hierro colectiva, y se logrará.
XVI. (H.U.): ¿Usted incorporaría a
España (europea) a Hispanoamérica? ¿O cree Ud. que esta última podría o
debería formar por sí sola una Nación? ¿Qué forma de Estado cree que
debería adoptarse: la República federal, la Monarquía…?
(J.G.): Hispanoamérica
unida en el pensamiento unitivo con España, confederada con ésta,
tendría más fuerza, una fuerza milenaria de una España que también fue
triturada… y [además] España nos abriría las puertas del mundo europeo,
etc. Como madre, nos da su experiencia, su consejo, y [la tradición]
de los prohombres que crearon el mundo hispanoamericano. Es sobre todo
un aporte intelectual.
Tenemos que organizar las fuerzas del
pensamiento. [Hoy] con internet es muy fácil: en menos de un año [pueden
crearse] grupos de españoles e hispanoamericanos que breguen por la
unidad y [cumplan el destino] punto por punto.
[En cuanto a la] forma de Estado, tendría
que ser una república federal, pero no una confederación, porque esta
tiene el peligro de que, aunque agrupe a unidades geográficas, estas
conservan su derecho de secesión. El Estado federal tendría que ser al
estilo norteamericano y no sus copias ridículas que se hicieron. En la
obra “El federalista”, Alexander Hamilton plantea: ¿qué forma de Estado
vamos a buscar? Un Estado federal con un Gobierno federal [que dirija]
coherentemente la política monetaria y exterior: el imán que permite mantener la federación.
XVII. (H.U.): ¿Cómo deberían actuar los Ministerios de Relaciones Exteriores de ahora?
(J.G.): Hispanoamérica,
en política exterior, debería comenzar por la idea de Julio César
Gurien (pensador argentino del siglo XX) de que todos los países de la
América española y España deben mantener al margen del Ministerio de
Asuntos Exteriores, un Ministerio de Asuntos Hispanoamericanos e
Ibéricos, con objetivos distintos.
XVIII. (H.U.): ¿Y en política monetaria?
En política monetaria, debido a la crisis
monetaria en que está el mundo habría que volver a la economía física.
Para calibrar las dimensiones de la crisis, [se puede acudir] a la
triple curva de LaRouche, que [utiliza] un sistema de coordenadas.
Cuando se creó el FMI en 1945 el dólar como medio multinacional de pagos
tuvo una existencia aceptable, porque era una moneda [de valor de
cambio] fijo y constante. Pero en 1970 Nixon establece que la onza troy
no debe tener valor fijo sino un valor cambiante, y regirse diariamente
según las cotización de las bolsas de valores. Con lo que pasó a ser una
moneda contingente y eso originó el descalabro internacional: ¿qué
ocurrió? Los derivados financieros determinaron la necesidad de emitir
dólares para amortizar el frenesí de las ventas de futuros,
el sobreprecio de las acciones, cosechas a futuro… Es decir, estamos en
una economía especulativa, no física. Es imprescindible volver a la economía física, porque está en juego la Humanidad,
ya que todos se han volcado a la economía especulativa. La economía
física (privada o estatal) se enerva permanentemente frente a la
economía especulativa.
Lo más grave de todo esto es que se mire
el ingreso per cápita con los guarismos de la economía especulativa y no
con las cifras reales de la economía física. Aquí, se impone recordar
el pensamiento de Mariano Fragueiro, el primer Ministro de Hacienda de
la Confederación constitucionalmente organizada. Fragueiro expresó: “Es
un sarcasmo llamar riqueza nacional a la fortuna de los ricos”.
XIX. (H.U.): ¿Está llamada la
Argentina a ser el país que unifique a Hispanoamérica? ¿O debería
esta misión corresponder hoy a México, por su mayor peso demográfico y
económico? ¿Cuál podría llegar a ser, según Ud., la “Prusia” de
Hispanoamérica?
(J.G.): Debería ser
México. ¿Por qué? Porque México tiene una coherencia demográfica,
económica, étnico-racial… En cambio, Argentina es resultado de una
constitución liberal de 1853 que establecía [como poder constituyente] a
‘Nos(otros), los representantes del pueblo…” (en vez de “nos, el
pueblo” como establece la constitución norteamericana). Esto no es un
juego de palabras sino que la Constitución Norteamericana una vez
redactada se sometió a la ratificación de cada uno de los estados. En
cambio en la República Argentina los que se autonombraron
“representantes del pueblo” impusieron su voluntad e ideas excéntricas a
todos los pueblos. Por eso en la Argentina no hay una conciencia
jurídica nacional como la tienen los Estados Unidos. Argentina es una
mezcla de razas (nacionalidades) que hizo imposible el tener una
coherencia [nacional]. En México, lo primero es la mexicanidad.
XX. (H.U.): ¿Cuál fue el sistema monetario que creó o adoptó Hispanoamérica cuando se separó de España?
(J.G.): Ninguno. Se
manejó con empréstitos, empréstitos y más empréstitos. Eso determinó
una Hispanoamérica siempre deudora, siempre tributaria a la usura
extranjera. Un ejemplo cabal de lo predicho ocurrió en la República
Argentina. José A. Terry, que en su obra “Economía Argentina” de
fines del siglo XIX, sienta este apotegma:
“La
historia financiera argentina es la historia de los grandes escándalos
provocados por los empréstitos únicamente concertados para el
despilfarro”.
San Martín contrata la primera deuda
externa de Hispanoamérica. En consecuencia, Hispanoamérica nace sin
moneda. El tratado de 1825, de amistad, comercio y navegación [con Gran
Bretaña] establece la perpetua amistad con el Reino Unido y sus “súbditos” [de las repúblicas]. [Habla de] “los territorios del Río de la Plata y sus habitantes”
(no sus ciudadanos). El reconocimiento fue el de un pedazo de tierra
con un montón de gente arriba. En materia de buques se estableció la
‘reciprocidad’, pero como en toda Hispanoamérica no se conocía la
técnica de la navegación de ultramar, al final [esos
tratados convirtieron a Hispanoamérica] en exportadora de materias
primas, únicamente en buques ingleses, y tributaria de empréstitos. La
situación se mantiene hasta 1943 en que se consigue la
industrialización argentina y se rompe esa ecuación. George Marshall
(1910), premio Nobel de economía, dijo que no había dos economías tan
perfectamente complementarias como Gran Bretaña y Argentina. Por
eso acuñó el vocablo “ecuación anglo-argentina”.
XXI. (H.U.): Ud. ha afirmado en
su libro que, demográficamente, Argentina es el “menos hispanoamericano”
de nuestros países. ¿Considera que el alto volumen de población de
origen no hispano-indiano puede ser un obstáculo para la reunificación?
(J.G.): No, no es un
obstáculo. La Argentina no tiene una conciencia opuesta a Hispanoamérica
sino anodina. En Argentina nadie habla de las vinculaciones reales con
Hispanoamérica. Al pueblo argentino le da lo mismo, pero si observa un
beneficio lo asume inmediatamente. Sería muy importante empezar
a [difundir] las obras de Manuel Ugarte. El norte de Argentina, [cercano
a] Paraguay… se siente más hermanado con Hispanoamérica que Buenos
Aires. En Buenos Aires hay una mezcla inmigratoria que los hace menos
hispánicos. El único que pudo unificar esa mescolanza fue Perón; hizo
sentirse unidos a todos a través del trabajo.
En México hay muchísima más unidad
(salvando las diferencias culturales, económicas, etc.). Los mexicanos
son producto de una cultura hispano mexicana. En Argentina, los 10
millones [de habitantes] del interior sí son hispanoamericanos genuinos,
hispano-indianos con todo fervor. Se ve en la música, los cantos y
bailes, y en las obras en prosa y en las poesías. El hombre se siente
hispanoamericano y desprecia al porteño. [En Argentina] todo está en
manos de extranjeros; la Argentina se crea como reservorio para atraer a
los europeos que sobran y molestan. Y ese reservorio es la ciudad de
Buenos Aires. En un semicírculo con centro en Buenos Aires y 200
kilómetros de radio, el último censo señala la cifra de 30 millones de
habitantes, la mayoría de ellos descendientes de las corrientes
inmigratorias más diversas que se asentaron en el país a fines del siglo
XIX y hasta mediados del siglo XX.
Actualmente tenemos un ingreso masivo de
asiáticos. Se calcula que son 100 por día los que ingresan al país. Este
factor vital para la demografía genera una heterogeneidad racial y
étnica.
XXII. (H.U.): ¿Podría volver Puerto Rico, alguna vez, a Hispanoamérica?
(J.G.): Debe volver: los
puertorriqueños se sienten ante todo puertorriqueños; son
hispanoamericanos, y la descendencia hispanoamericana perdura a través
de generaciones con su genética hispanoamericana o hispanoindiana.
Veamos por ejemplo el sur de los Estados Unidos: California, Arizona,
Texas, Nueva México y Florida. A pesar de haber sido arrebatadas a
México en guerras iniciadas en 1830, su población sigue siendo
hispanoamericana. Es hispano parlante: el 40% de los habitantes [del
sur] de los Estados Unidos es bilingüe. El verbo pudo más que las armas y el dinero juntos.
XXIII. (H.U.): En un eventual
proceso de reunificación hispanoamericana, ¿dónde queda Filipinas?
¿Se ha perdido para siempre a ese país de 100 millones de habitantes a
las puertas de Asia oriental donde ya casi nadie habla español?
(J.G.): [Se puede recuperar Filipinas] reconquistando el lenguaje del mundo hispánico, que aún subsiste; esto es muy importante.
[Por cierto] en las memorias de Cochrane
se señala que San Martín le imploraba ir a atacar Filipinas y que entre
ambos se dividirían el tesoro. Pero Cochrane se niega. La tragedia es
que se llama ‘próceres’ a los grandes traidores de la Hispanidad.
XXIV. (H.U.): Con un Brasil que
pretende dominar toda América del Sur y con unos Estados Unidos que, de
hecho, controlan a México y toda América Central, ¿no corre
Hispanoamérica el riesgo de ser “partida en dos” y acabar devorada por
esos dos gigantes, incluso desapareciendo en un futuro nuestro idioma
común?
(J.G.): Sí, desde luego,
existe ese peligro, por ello es necesario un Ministerio de Asuntos
Hispano-Americanos. Porque el Brasil avanza, pero los hispanoamericanos
no lo quieren. Eso requiere una acción de gobierno inmediata. [El
concepto de] ‘Latinoamérica’ comprende la adhesión a Brasil. Un
ejemplo: hace cuatro años, acudí a una iglesia y me encontré con un coro
brasileño que venía a festejar el Mercosur. [Les dije]: “Aquí no hay
que festejar nada, esto es un canto de propaganda del Brasil; es
una promoción de un negocio y adhesión al Brasil’. Brasil siempre ha
intervenido en Argentina, incluso militarmente.
Yo comenzaría con un factor muy importante, que es internet. Creando grupos en todos los países que sean la ‘levadura’
que empezará [más tarde] a fermentar. Y promover lo siguiente: 1º)
Pedir una acción mancomunada de los gobiernos para atender la salud
pública, creando una red de salud hispanoamericana; 2º) La unidad
hispanoamericana para salvar nuestra vejez: un sistema jubilatorio para
toda Hispanoamérica, 3º) La unidad de las leyes de trabajo; 4º)
Establecer un código civil y comercial de obligaciones comunes a toda
Hispanoamérica, y 5º) Muy importante y emotivo: crear la liga
hispanoamericana de fútbol. Después, habría que avanzar con los libros y
con un pequeño folleto que salga todos los meses por internet. Y, sobre todo [finalmente llegar a], una moneda hispanoamericana.
Una moneda hemisférica que comprendía a los Estados Unidos y al Brasil
fue propuesta en el temario de la Primera Conferencia Panamericana con
sede en Washington en 1889. Allí los delegados argentinos Manuel
Quintana y Roque Sáenz Peña se opusieron terminantemente a
esta vinculación que incluso estaba afirmada por un ferrocarril
hemisférico que pasando por todas la capitales del hemisferio uniera
Washington con Buenos Aires. Los delegados argentinos Manuel Quintana y
Roque Sáenz Peña obedecían planes británicos. Una moneda común y un
ferrocarril que uniera todo el hemisferio americano rompía estos 4
puntos capitales de la política exterior de Inglaterra:
1. Divide et impera. Es decir dividir para reinar.
2. Trade not countries. Comercio por tratados y no conquista abierta y pública de territorios a los cuales se les reemplaza la bandera.
3. Ejercer el poder sin exhibirlo ni exhibirse.
En la República Argentina todas las intervenciones británicas se
presentaron siempre como agresiones norteamericanas. Un ejemplo fue el
golpe de estado que derribó el gobierno de Perón en 1955.
4. Hacerle hacer a nuestros enemigos lo que nosotros necesitamos que hagan para que se destruyan solos. Al respecto, un gran pensador argentino, Juan José Hernández Arregui en su obra La formación de la conciencia nacional (1930-1960) dice:
“La caída de Perón
fue provocada por Inglaterra, no por EE.UU., que luego de años de
ofensiva debió ceder ante un gobierno de contenido nacional…”
“Inglaterra,
después de la II Guerra Mundial, recuperó su antigua condición de
potencia exportadora de capitales de inversión…”Tal hecho corrobora una
afirmación de Perón, expresada a la Revista Tempo, de México, en 1955:
<>”.
“Los hechos
posteriores a 1955, con la entrega de nuestra riqueza a Inglaterra y
EE.UU. en condiciones financieras… lo demuestran”.
(véase al respecto el
libro de Julio C. González, “Los Tratados de Paz por la Guerra de las
Malvinas. Desocupación y hambre para los argentinos.”)
Estos cuatro apotegmas surgen de una obra
basal para comprender la secesión de Hispanoamérica de España: “Gran
Bretaña y Argentina en el siglo XIX” de Harry S. Ferns. Editorial
Solar/Hachette, Buenos Aires, 1966.
Al respecto me es imperioso remitirme a
la obra de Julio C. González titulada “La Involución Hispanoamericana.
De Provincias de las Españas a Territorios Triburtarios”. Editorial
Docencia (Calle Agüero 2260, Ciudad de Buenos Aires. Teléfono 4805-8434.
http://www.hernandarias.edu.ar)
XXV. (H.U.): Ud. defiende la
necesidad de un sistema basado en la economía real (o productiva)
frente a un sistema especulativo. Pero, ¿qué sistema económico
defendería para una Hispanoamérica unificada: una economía planificada o
de libre competencia?
(J.G.): [Debería ser]
una economía planificada. La “libre competencia” no ha existido ni
existe. [Las economías] siempre son dirigidas o por el Estado o por
multinacionales. El gobierno del general Perón [estableció] la
obligación para las empresas multinacionales de reinvertir sus utilidades en el país.
El gobierno de Menem [firmó] casi cien tratados de promoción de
inversiones, otorgando créditos… y en cualquier litigio con una empresa
nacional [argentina] se [estableció que] se aplicaría una
jurisdicción extranjera: la del Banco Mundial. En cambio, Brasil acepta
empresas extranjeras pero las condiciona. Un principio constitucional
establecido en el artículo 38 de la Enmienda Constitucional 1949,
inspirada por Juan Domingo Perón establecía que “el capital ha de estar al servicio de la economía nacional”.
Si Hispanoamérica hubiera permanecido
unida podría haber establecido una ley condicionando al
capital extranjero dentro de la ley hispanoamericana. Todo [lo que
ocurre] es producto de la globalización, que hace que la empresa
extranjera cambie de lugar en busca de mano de obra cada vez más barata.
Las empresas norteamericanas fueron el
primer sistema [estatal] proteccionista. Hamilton buscó
el proteccionismo y que el producto fuera terminado y consumido en
Estados Unidos. [Era un sistema] planificado: una industria no podía
hacer lo que quisiera sino lo que estaba asignado. En Estados Unidos hay
una economía libre pero planificada: por ejemplo, la línea ferroviaria
que [necesariamente] debía ir del Atlántico al Pacífico.
Las necesidades de la soberanía de un
país son las que establecen las reglas con que se debe tratar el capital
extranjero. La actividad empresarial, industrial, técnica y científica
intenta abrirse paso en algún país. [En Hispanoamérica] México tiene la
ventaja de que son mexicanos, defienden sus propiedades, lo que es suyo.
Chile también defiende su producción… pero en Argentina hay una extranjerización del capital. El problema del país es el mismo problema de Hispanoamérica: se necesita un programa [nacional], y tienen que realizarlo los profesores de las universidades.
XXVI. (H.U.): Si Hispanoamérica
hubiera permanecido unida y hoy fuera un gran país: ¿habría alcanzado un
nivel de desarrollo tecnológico avanzado? ¿Una gran potencia de
religión católica podría ser la que marcara la pauta de la (nueva)
Modernidad?
(J.G.): Sí, hubiera
marcado la pauta. [Los principios de Modernidad] se habrían tomado de
la preparación filosófica, jurídica, política, económica que le darían
sus hombres, que son de ‘acero’. La religión tiene dos niveles; uno es
el intelectual y el otro es el moral. El desarrollo tecnológico
se conseguiría con una continuidad. Le daré un ejemplo: en 1972 [el
gobierno de] Libia pidió a tres catedráticos de economía de Buenos Aires
que los ayudaran a desarrollar un sistema bancario. En Argentina, el
ingeniero Mosconi y el general Baldrich levantaron todas las torres de
perforación de YPF a lo largo de 3 millones de Km2, pero su obra no
continuó. [Alguien dijo que] “para gobernar hacen falta cerebro,
testículos y corazón”. Hay que estar [prestando] atención las 24 horas
del día [para impedir el] sabotaje.
XXVII. (H.U.): ¿A qué países, gobiernos o poderes podría beneficiar una Hispanoamérica unificada?
(J.G.): A los [propios] hispanoamericanos, por eso lo primero es convencerlos a ellos, no a otras latitudes.
La fuerza del mundo son las grandes masas
terrestres: China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica. La marina rusa,
como la alemana… no son universales como la británica, no están
vinculadas por logias internacionales, son totalmente autónomas para
[asegurar] la independencia de su país. En cuanto a China… es un enigma,
pero puede ser [una futura fuerza rectora]. India tiene un espíritu que
viene de fines del 1700: místico de recuperación, de volver a ser. No
es [lo mismo que] Gandhi, que quiso ser independiente dentro de la
Commonwealth. El ‘Commonwealth’ tiene 60 países, 30 millones de km2
y más de 1.600 millones de habitantes. Pero esas cifras no nos tienen
que asustar. Porque la curva de LaRouche [mencionada más arriba muestra
que] la economía mundial termina en recesión y desocupación (el
movimiento de los indignados en España y en otros países europeos
demuestra rotundamente la tesis de LaRouche); por eso Obama busca la
guerra, porque eso tapa a todos los culpables de la situación creada por la economía especulativa.
XXVIII. (H.U.): ¿Cree Ud. que Europa es hoy, de facto, una “colonia” de Estados Unidos? ¿Cómo ve Ud. el futuro de Europa?
(J.G.): Estados Unidos es la fuerza
policíaca de Inglaterra y de Europa. No es Estados Unidos el que
dirige la política mundial, sino el que ejecuta las decisiones que se
toman en Gran Bretaña. Hay que ser consecuentes: Hispanoamérica es
católica, pero el catolicismo tiene que ser más religioso y
menos protocolar y comercial. Una persona o un país que ‘quiere ser’
tienen que actuar en silencio, sin esperar favoritismos o caridad de las
grandes potencias, aunque se dé un acercamiento. Todo esto es materia
de una estrategia constante que en Gran Bretaña realiza la Universidad
de Oxford. En la Universidad de Oxford existe una cátedra denominada
“Argentina” dedicada exclusivamente a la situación de nuestro país. Esto
es algo sin precedentes en todas las universidades del mundo.
El pensamiento está ahí; hay que nuclearlo y convencer de que se puede [construir] un futuro (“movimiento Podemos”).
[Vemos] cómo evoluciona el conocimiento desde el año 1950. Hasta
esa fecha, se tardaba 100 años en inventar o descubrir. Pero después de
1950 un descubrimiento o una invención se realiza en un año. El factor
tiempo requiere que las disciplinas científicas y técnicas
se desarrollen en función de un tiempo. El tiempo es una variable independiente.
Hispanoamérica tiene que realizarse a sí
misma, tiene que revivirse. Es necesario sufrir, y que ‘sienta’ en su
alma lo que es pasar de [ser ] sujeto a objeto de la política de otros.
Solamente el conocimiento cabal de la grandeza perdida dará a España e
Hispanoamérica la fuerza para recuperar esa grandeza con que se dirige
el mundo.
XIX. (H.U.): ¿Está de acuerdo con
Ortega y Gasset cuando dijo que lo que nos falta es una
minoría selecta, que forme el gobierno de los mejores?
(J.G.): Efectivamente,
la democracia que es el gobierno para el pueblo, debe ser la obra de los
científicos y técnicos que sean intelectualmente los ‘mejores’, pero
aquellos que están en una situación secundaria o debilitada es
extremadamente [importante que se les dé oportunidades] porque no tienen
recursos.
Juan Álvarez [también representa] un
pensamiento extraordinario: publicó sus estudios sobre las
guerra civiles de la Argentina en 1912. [Señaló que] a los períodos de
superávit les seguían períodos de paz, y a los de déficit, períodos de
guerra.
Es importantísimo que [hoy esa minoría] actúe por internet, que publique periódicamente (cada dos meses, etc.).
[En el caso de la Argentina] el único
tema de política exterior del que habla la República Argentina es el de
las Malvinas, no habla de otros temas, jamás. Hace unos cinco años, me
visitó el coronel Eduardo de Casas y me mostró un expediente de 1833 que
acreditaba cómo fueron tomadas las Malvinas. [Y me dijo:] “La única
persona que puede evitar que se pierdan es usted”. Mi conmoción fue
enorme. Como anexo, incorporé ese expediente a mi libro “Los tratados de
paz por la guerra de las Malvinas. Desocupación y hambre para los
argentinos” (Editorial Del Copista, Córdoba, Argentina. Año 2004).
[En Argentina] hay una doble política. Por un lado, se habla en contra
del ‘imperialismo’, pero por otro se omite todo lo que tiene que ver con
propiedades privadas de ingleses [en Argentina]. La política
de Malvinas dura ya dos siglos: ¿qué se hace [realmente] para echar al
enemigo?
La Unión Europea no es una Europa unida
por la voluntad de avanzar, sino por la necesidad de defenderse. Por el
tratado de Maastricht, Gran Bretaña impuso el euro a Europa, pero ellos
se quedaron con la libra. El Imperio Británico es la inteligencia de
Estados Unidos. [Recordemos que] en 1294 se fundó la bolsa de valores de
Londres en Lombard Street: [desde entonces] tienen el poder financiero
y la fuerza de la experiencia.
[Recomiendo consultar:] “Historia de
Inglaterra y de los pueblos de habla inglesa” [de Winston Churchill],
hay que leerla, porque ellos, de la historia, sacan lo que debe
continuarse y lo que no debe repetirse.
¿Merece la pena luchar? Sí, porque el
objetivo [se logrará] con voluntad y perseverancia. Aunque el mal rige
el mundo, la fuerza del bien tiene el tesón que no tiene la fuerza del
mal.
XXX. (H.U.):¿Cómo es posible luchar en pro de la unidad hispanoamericana en medio de un ambiente de profunda hispanofobia?
(J.G.): Sembrando la verdad, por internet o por otros medios.
XXXI. (H.U.): ¿Cómo cree que sería un mundo donde existiese una potencia hispanoamericana soberana?
(J.G.): Una
Hispanoamérica soberana tendría un perfil que [destacaría] el triunfo
del espíritu, de la cultura [propia], la fe en una misión que va más
allá de la [propia] vida y la alegría y felicidad [del hombre] por
encima de las empresas.
XXXII. (H.U.):¿Qué acción
práctica recomendaría Ud. a todos los hispanos que lean esta entrevista
y que sueñan con una Hispanoamérica unida?
(J.G.): Que profundicen
estos conceptos que hemos bosquejado [en esta entrevista] y que [luchen]
todos los días. Que no tengan miedo, porque es terrible tenerle miedo
al miedo. La cuestión es luchar todos los días, para conseguir lo que se
desea, para que al final el deseo se cumpla. La lucha es intelectual,
con el arma del pensamiento. Nunca con la fuerza. El pensamiento que se
expande como solución de los angustiosos problemas que sufrimos desde
hace 200 años cuando Gran Bretaña nos separo de España, producen una
cibernética de consentimiento.
Al respecto, es de recordar que cuando
Gran Bretaña perdió los Estados Unidos, el ex Primer Ministro William
Pitt , “el Viejo” (1708 – 1778), que era parlamentario fue interpelado
por todos sus pares a raíz del desastre que era para Gran Bretaña la
pérdida de sus dominios en América del Norte. Con su flemática inglesa,
con toda serenidad expresó: “Cálmense señores. Los quebrantos de los
hombres y de los reinos quedan recuperados, inmediatamente, en un cincuenta por ciento por lo menos cuando las cosas se analizan con realidad y decidida verdad.”
El apotegma predicho es el que nunca tuvo
Hispanoamérica donde todos sus problemas que desencadenaron en
sangrientas guerras y postración económica, fueron analizadas por los
políticos de turno por palabras frondosas y adjetivos calificativos.
En definitiva, un programa integral,
económico y jurídico para toda Hispanoamérica nunca fue elaborado por
ninguno de los presuntos próceres (con excepción de Bolívar). Terminada
la absurda lucha contra España a que los pueblos hispanoamericanos
fueron inducidos por los ingleses, Simón Bolívar en 1826 convocó al
Congreso Anfictiónico en Panamá, donde habrían de reunirse
los representantes de virreinatos y capitanías generales para determinar
el futuro de Hispanoamérica.
Los británicos se hicieron presentes como
veedores y disgregaron la única posibilidad que hubo entonces de unir a
Hispanoamérica y buscar un destino común. Nacieron así los estados desunidos de Hispanoamérica opuestos a los Estados Unidos de Norteamérica.
Las consecuencias de esta desunión las
expresó muy bien Bartolomé Hidalgo (de Montevideo) en 1820, en un
brillante poema que sintetizó la situación actual de Hispanoamérica a
partir del momento en que fue desvinculada de España. El poema se llama
“Diálogo entre Chano y Contreras” (1920). Dice así:
En diez años que llevamos
De nuestra revolución
Por sacudir las cadenas
De Fernando el baladrón
¿Qué ventaja hemos sacado?
Le diré con su perdón,
Robarnos unos a otros,
Aumentar la desunión,
Querer todos gobernar,
Y de facción en facción
Andar sin saber que andamos;
Resultando en conclusión
Que hasta el nombre de paisanos,
Parece de mal sabor,
Y en su lugar yo no veo
Sino un eterno rencor
Y una tropilla de pobres,
Que metida en un rincón
Canta al son de la miseria:
¡No es la miseria mal son!
En síntesis, respondiendo a la pregunta,
la acción práctica consiste en conversar y conocernos, porque en
Hispanoamérica hay que diferenciar a los publicitados de los existentes.
Los existentes que no tienen la publicidad de conceptos vacíos son
muchísimos más y más talentosos.
Necesitamos conocerlos. Y empezar a
conversar. Este será el inicio de una Hispanoamérica unida. El poema
argentino “Martín Fierro” lo señala categóricamente: “no son todos los que están. Ni están todos los que son”.
Con todo esto, se podrá triunfar, pero al
menos haciéndolo justificaremos ante Dios, fuerza de todas las fuerzas y
causa de todas las causas, la vida y la existencia que nos ha dado.