Peregrinos del Absoluto - Templarios de Dios

viernes, 2 de octubre de 2009

CrOniCAs En CiuDaD D DiOs

El siguiente reportaje sobre las relaciones entre Tolkien, Lewis y la religiĆ³n, no tiene desperdicio alguno. Macrosiervos te lo reproduce a continuaciĆ³n:


C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien: dos britƔnicos piadosos.



El responsable de la saga de la Tierra Media convirtiĆ³ al cristianismo en el artĆ­fice del mundo de Aslan, pero no logrĆ³ ransformarlo en catĆ³lico. Lewis se hizo anglicano y llegĆ³ a profesar un fervor mĆ”s ruidoso que el de su mentor, quien se negĆ³ a escribir notas necrolĆ³gicas en su honor. La leyenda dice que en una de las habituales reuniones del club de los Inklings en la Universidad de Oxford, John Ronal Reuel Tolkien pidiĆ³ permiso para leer en voz alta algunos de sus nuevos textos. Fue en ese momento cuando su ilustre amigo Clive Staples Lewis no pudo contenerse y lanzĆ³ la siguiente expresiĆ³n: "¡Oh no!, no otra maldita historia de elfos".

En honor a la verdad, y tal como constata Boyd Tonkin -editor literario del periĆ³dico The Independent-la frase le perteneciĆ³ a Hugo Dyson, profesor en la Universidad de Reading y otro insigne miembro de la cofradĆ­a amiga de los mitos escandinavos y de la cerveza en abundancia. AĆŗn asĆ­, el hecho que durante mucho tiempo se le haya atribuido esta expresiĆ³n a Lewis -en ese momento, el mejor amigo de Tolkien- no hace mĆ”s que dar luces sobre la tempestuosa relaciĆ³n que uniĆ³ a los autores de dos de las mĆ”s populares sagas fantĆ”sticas del siglo XX. Para iluminar el camino biogrĆ”fico de ambos hay que recordar que C.S. Lewis (1898-1963) fue el responsable de Las CrĆ³nicas de Narnia (1950-1956) -ademĆ”s de un buen puƱado de obras mĆ”s adultas-, mientras que J.R.R. Tolkien (1892-1973) escribiĆ³ El SeƱor de los Anillos (1954-1955), junto a El Hobbit y El Silmarillion.
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Sus orĆ­genes sociales no podĆ­an ser mĆ”s diversos. Tolkien -inglĆ©s nacido en SudĆ”frica- perdiĆ³ a su padre a los tres aƱos, a su madre a los 12 y se educĆ³ bajo la estrechez econĆ³mica en Birmingham (Inglaterra). Lewis, en cambio, era un irlandĆ©s del norte de buena familia, nacido en Belfast y que durante su juventud asistiĆ³ a diferentes colegios de calidad en toda Inglaterra. Al igual que Tolkien, sin embargo, quedĆ³ huĆ©rfano de madre a temprana edad y esta experiencia gravitĆ³ lo suficiente como para que, a los 13 aƱos, dejara a un lado la fe.

El futuro autor de El SeƱor de los Anillos, en cambio, siempre considerĆ³ a su madre -nacida bautista, pero convertida al catolicismo- una suerte de "mĆ”rtir de la fe". Por si fuera poco, Tolkien se educĆ³ bajo la estricta tutorĆ­a del padre Francis Xavier Morgan. Desde la partida llama la atenciĆ³n que Lewis -quien pese a vivir en Inglaterra la mayor parte de su vida siempre fue un orgulloso y hasta chovinista hijo de Belfast- haya abrazado el anglicanismo, mientras que Tolkien -que rechazaba la expresiĆ³n "britĆ”nico" y sĆ³lo gustaba que lo calificaran de inglĆ©s- profesĆ³ un catolicismo muy excluyente. Estas diferencias, entre otras, serĆ­an las causas de las constantes crisis entre los dos miembros mĆ”s ilustres de la cofradĆ­a de los Inklings.

La caminata y la conversiĆ³n.
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Fue en septiembre de 1931 que el mundo se iluminĆ³ para el no creyente C.S. Lewis, hasta entonces un reticente testigo de la fe y devociĆ³n catĆ³lica de J.R.R. Tolkien. Durante una caminata que durĆ³ toda una noche en el Magdalen College de Oxford, Tolkien logrĆ³ que Lewis abrazara el cristianismo. AĆŗn asĆ­, Lewis manifestĆ³ siempre sus reservas hacia el dogmatismo de los catĆ³licos y optĆ³ por el anglicanismo, la religiĆ³n de la Corona. Curiosa decisiĆ³n en un irlandĆ©s de pura cepa. Y si el autor de El Silmarillion fue el mentor religioso de Lewis, este Ćŗltimo operĆ³ a cambio como el impulsor de las inclinaciones literarias de su camarada. AsĆ­ es como Tolkien logrĆ³ publicar El Hobbit en 1937, tras mil y un titubeos sobre la fortaleza de su prosa. Pero la sintonĆ­a entre ambos no durarĆ­a para siempre.

De acuerdo con Michael White, biĆ³grafo de Tolkien, la distancia entre ambos se manifestaba ya cuando Lewis empezĆ³ a tener Ć©xito con sus obras religiosas y hasta tuvo el "descaro" de llevar ante los Inklings a un escritor ajeno a Oxford. Tolkien -que segĆŗn White era "un hombre muy celoso y extraordinariamente posesivo con sus amigos"- llegĆ³ a considerar que la obra de Lewis era "propaganda protestante".

En los aƱos de la Segunda Guerra Mundial, el futuro autor de Las CrĆ³nicas de Narnia se transformĆ³ en un altisonante propagandista religioso, cuya gran tribuna fue la radio. El otrora antidogmĆ”tico Lewis era ahora mĆ”s radical que su iniciador religioso. Lo que terminĆ³ indignando a Lewis fue el matrimonio de su colega con la norteamericana Joy Gresham, una mujer liberal, de origen judĆ­o y con una fuerte personalidad.
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El triste corolario de la amistad llegĆ³ el 22 de noviembre de 1963, cuando Lewis falleciĆ³ a los 64 aƱos. El mismo dĆ­a asesinaron a John F. Kennedy y la muerte del autor pasĆ³ a un segundĆ­simo plano en la cobertura mundial. El septuagenario Tolkien, resentido hasta el final, se negĆ³ a escribir cualquier nota necrolĆ³gica y rechazĆ³ participar en un un libro en su honor. El mentor habĆ­a dejado de creer en su discĆ­pulo.



Las CrĆ³nicas de Narnia: la superproducciĆ³n.

Las CrĆ³nicas de Narnia: el LeĆ³n, la Bruja y el Ropero, superproducciĆ³n de US$ 150 millones basada en el primer volumen publicado de la serie homĆ³nima de C.S. Lewis.

Esta cinta recrea la historia de los hermanos Pevensie, quienes durante la Segunda Guerra Mundial logran escapar de la cruel realidad a travĆ©s de un misterioso armario. Los chicos -dos niƱos y dos niƱas- ingresan al mundo fantĆ”stico de Narnia, una tierra poblada por faunos, hipogrifos y castores parlantes, entre otras criaturas. La gran villana es Jadis -encarnada en el filme por Tilda Swinton-, quien gobierna Narnia con mano de hierro y la somete al eterno invierno. SĆ³lo la llegada del leĆ³n Aslan -una especie de MesĆ­as- traerĆ” la libertad y la paz a este mundo paralelo.

Todos los episodios de Las CrĆ³nicas despliegan una simbologĆ­a cristiana -a diferencia de El SeƱor de los Anillos- y su estilo narrativo es conciso y alegĆ³rico, lejos de las pĆ”ginas y pĆ”ginas de la Ć©pica de Tolkien. Contrariamente a la trilogĆ­a fĆ­lmica de Peter Jackson -donde los descendientes de Tolkien no quisieron intervenir-, la saga basada en Lewis cuenta con el absoluto apoyo de la familia del escritor. CuestiĆ³n curiosa, pues el escritor manifestĆ³ su rechazo a una versiĆ³n cinematogrĆ”fica, considerando que un intento de este tipo serĆ­a "una payasada" y, en el peor de los casos, "una blasfemia". Hasta aquĆ­ la entrevista.
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Macrosiervos
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